domingo, 23 de enero de 2011

La acemita tocuyana

¿Creían que este blog, como tantos otros, se quedaría en una sola entrada? Pues ya con ésta son dos.

La semana pasada estuve unos días en Barquisimeto con mi esposa, y nos llegamos un día hasta El Tocuyo, conocida como "ciudad madre de Venezuela". Allí visitamos el Museo Lisandro Alvarado, conocimos desde fuera (estaba cerrada) la iglesia de la Concepción, y vimos las ruinas de los templos de San Francisco y de Belén.

acemita tocuyana
Antes de regresar, quisimos comprar unas catalinas -que me encantan- y unas acemitas tocuyanas, pan dulce cuya fama no entendía, pues las que había probado nunca me entusiasmaron. Es verdad que las que había comido las había comprado a la orilla de la carretera por los lados de Quíbor, o las había recibido de alguien que tal vez las habría comprado igualmente en algún puesto a la vera del camino. Así que pregunté en una panadería del pueblo, y me indicaron que podría comprarlas en "La Diadema", a pocas cuadras de allí. Busqué en la dirección que me señalaron y no encontré el negocio. Volví a preguntar a una jovencita que vendía en un tarantín, y sus orientaciones nos llevaron con precisión a la "Panadería Criolla El Diamante de Jesús (antigua Panadería la Deadema)", así escrita, con "e". Al entrar en el negocio veo los mostradores vacíos, y pregunto por catalinas y acemitas: "no quedan sino tres acemitas". Justo detrás de mí entró otro señor que pidió dos, pero como yo estaba antes, pedí las tres sin muchas ganas (lo que quería en realidad eran las catalinas), pues quería llevar una a mi mamá y otra a unos amigos.

catalinas
El vendedor me dijo que a dos cuadras podría encontrar las catalinas. Volví al carro con mi bolsota (cada "acemita" debe pesar cerca de un kilo) y mientras buscaba dónde venderían las catalinas, le quitamos un trozo a la primera y la probamos, ¡toda una revelación!, ¡realmente exquisita!. Estaba apenas tibia, pero plena de aromas: papelón, queso blanco, un punto de canela y nuez moscada. Ya después de esa delicia, ¡qué me importaban las catalinas! Al día siguiente, al comerla nuevamente en casa acompañada de café con leche, me di cuenta de que el olor me recordaba al de los golfeados. Lo que me pareció más delicioso fue la corteza, suave pero ligeramente caramelizada, y es una ricura encontrarse de vez en cuando algún trocito de queso blanco.

Si algún día andan por El Tocuyo, no dejen de acercarse al Diamante de Jesús (Urb. Concordia Carrera 9 con Calle 6), para que prueben las propias acemitas tocuyanas.

Por mi parte, espero que de la Deadema original, se hayan desprendido varios diamantes más, y que no llegue a perderse esa receta maravillosa.

Actualización del 24/01/2011: cada acemita costó Bs. 25.

2 comentarios:

  1. Esas acemitas son las mejores del mundo, lo certifíco, alli trabaja mi familia, algun día volveré a visitarla, Que Dios los bendiga...

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